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Vamos a hablar de la fauna de Cilleros ajustándonos a los biotipos en que se encuentran, que podemos diferenciar en cinco: las sierras, el bosque mediterráneo, las dehesa, los llanos y el núcleo urbano.
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Coronando estas elevaciones encontramos variopintos canchales y roquedos que albergan una importante comunidad de vertebrados. El ave mas representativa es el Buitre Leonado (Gyps Fulvus), de tamaño algo más pequeño que el Buitre Negro (Aegypius Monachus), pues es difícil que sobrepasen los 8 kilos de peso; crían en colónia más o menos grandes y prácticamente no construyen nidos, limitándose a escoger una repisa de la roca o covacha y a disponer algún resto vegetal o algunos palos no muy voluminosos. Acompañando a menudo a los buitres leonados, encontramos al Alimoche (Neopphron Percnopterus), el más pequeño de nuestros buitres, una especie migratoria que a finales de agosto inicia su viaje a Africa para volver a principios de marzo. Típica habitante de los roquedos es también el Aguila Real (Aquila Chrysaetos), la más grande de nuestras águilas. Para hacerse una idea del podería de estas rapaces, baste decir que desde tiempo inmemorial, los halconeros asiáticos adiestraron a esta especie para la caza de lobos. El Aguila Perdicera (Hieraaetus Fasciatus) tiene también como hábitat característico las sierras. Aunque de corpulencia inferior al Aguila Real, llega a capturar presas tan fuertes como zorros jóvenes. Es una de las rapaces con mayor peligro de extinción de Europa. De auténtico proyectil viviente ha sido calificado el Halcón Peregrino (Falco Peregrinus), rapaz que en sus picados puede llegar a alcanzar más de 300 kms. hora; aunque relativamente escaso, todavía se puede disfrutar de su presencia en algunas sierras. La más soberbia de nuestras rapaces nocturnas, el Buho Real (Bubo Bubo) ocupa también los roquedos de las sierras, pues no construye nido. Dos ojos anaranjados y las características plumas a modo de oreja le delatan. De las aves europeas, una de las más raras y hermosas es la Cigüeña Negra (Ciconia Nigra), es una especie esquiva y bravía que precisa para vivir zonas solitarias donde la presencia humana no sea notoria. Vencejos Reales (Apus Melba) y Aviones Roqueros (Hirundo Rupestris) evolucionan a gran velocidad entre los acantilados en una incansable búsqueda de insectos. Otra ave insectívora propia de nuestras sierras es la Golondrina Dáurica (Hirundo Daurica), la más hermosa de las golondrinas, que a diferencia de las comunes, cría solitaria y en ambientes más bravíos. Auténticos vagabundos alados, escudriñando el suelo metro a metro en busca de comida, pueden verse a los Cuervos (Corvus Corax), volando en parejas o grupos, con su soberbio plumaje lustroso y emitiendo su característico graznido.
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La numerosas y variadas especies vegetales del bosque y matorral mediterráneo proporcionan un adecuado cobijo y alimento suficiente a una fauna riquísima. Aunque la secular persecución humana exterminó al Oso (Ursus Arctos), que existió en la Sierra de Santa Olalla hasta el siglo XVII. El Aguila Imperial (Aquila Adalberti) es sin duda, la reina de las aves del bosque mediterráneo. Esta rapaz es una de las aves en mayor peligro de extinción del mundo, no sobrepasando su población en todo el planeta las 130 parejas, en 1991 en Extremadura criaron 35 parejas. El Aguila Imperial es, después de la Real, nuestra mayor águila, llegando a pesar hasta 3,5 kilogramos y con una envergadura de más de dos metros. Construye sus nidos sobre árboles, principalmente alcornoques y encinas, siendo su puesta habitualmente de dos o tres huevos. Otro ave típica del bosque mediterráneo es el Buitre Negro (Aegypius Monachus), la mayor rapaz de Eurasia, que llega a tener una envergadura cercana a los tres metros y un peso de hasta 14 kilogramos. Nidifica sobre alcornoques, pero también en encinas y pinos. Una de las rapaces típicas es el Ratonero Común (Buteo Buteo), también llamado Aguila Ratonera, de silueta inconfundible y que con frecuencia se ve planear sobre encinares y alcornocales buscando de forma incansable roedores para alimentar a sus voraces polluelos. Rapaces de aspecto muy parecido al anterior y de tamaño aproximado son el Milano Real (Milvus Milvus) y el Milano Negro (Milvus Migrans). Ambas nidifican en árboles, teniendo una alimentación muy variada, pues aunque es un ave cazadora, no desperdicia en ningún momento la carroña. La más pequeñas de nuestras águilas es el Aguila Calzada (Hieraetus Pennetus), aunque proporcionalmente es una de las mejor armadas. Otro ave típica del bosque mediterráneo es el Aguila Culebrera (Circaetus Gallicus), rapaz de gran belleza, en cuya cabeza destacan dos grandes ojos amarillo-anaranjados. El Azor (Accipiter Gentilis) y el Gavilán (Accipiter Nissus) son dos aves de presa típicas de las espesas masas forestales que todavía quedan en Cilleros, ambas están dotadas de largas colas y cortas alas que les permiten maniobrar con facilidad entre los árboles. El Halcón Abejero (Pernis Apivorus) es un ave forestal por excelencia, nidifica en escaso número, cazando desde ratones a palomas torcaces. El Buho Chico (Asio Otus) es una de las rapaces nocturnas más típicas, tiene un aspecto inconfundible, pues está dotado de dos grandes penachos de plumas, a modo de orejas, de color marrón oscuro. Ocupando el mismo hábitat que el Buho Chico encontramos al Cárabo (Strix Aluco), anidando en el agujero de algún viejo árbol. Multitud de aves insectívoras viven en los bosques y matorrales mediterráneos, desde la atractiva Abubilla (Upula Epops), hasta el escnadaloso Críalo (Clamator Glandarius), pasando por aves minúsculas como el Herrerillo Común (Parus Caeruleus), Carbonero Común (Parus Major) o una gran variedad de currucas. Hay aves insectívoras sorprendentes, como los pájaros carpinteros o chotacabras. Dentro de los animales que viven en el bosque mediterráneo, el más valioso, sin duda alguna, y a la vez el más escaso, es el Lince Ibércico (Lynx Pardellus), cuya población ha disminuido de una manera drástica en los últimos años. Es un animal de costumbres crepusculares, solitario, que solo se ve en parejas unos pocos días durante la época de celo. Aunque dotado de buena vista, el sentido verdaderamente excepcional es el del oído, del que se vale principalmente para dar caza a sus presas. Otro mamífero característico es el Meloncillo (Herpestes Ichneumon), la única mangosta que existen en Europa, captura desde ofidios hasta roedores. Coma animal solitario se podría clasificar al Gato Montés (Felis Silvestris), que vive en los lugares mas agrestes de Cilleros. Otros mamíferos interesantes y beneficiosos, habituales del bosque mediterráneo, son el Tejón (Meles Meles), la Comadreja (Mustela Nivalis), el Turón (Mustela Putorius) y la Gineta (Genetta Genetta). El Zorro es típico habitante también de este hábitat y durante las horas de sol, el simpático Conejo (Oryctolagus Cuniculus) se aventura en los claros del bosque buscando hierbas frescas. Nuestras sierras, con sus laderas suaves cubiertas de arbolado, cerradas de matorral, constituyen el biotipo ideal para dos grandes mamíferos, el Ciervo (Cervus Elaphus) y el Jabalí (Sus Scrofa). Los ciervos rompen por entre la maleza, luciendo orgullosos sus impresionantes cornamentas, mientras que los jabalíes, que han aumentado considerablemente en número en los últimos años debido a la desaparición de su gran enemigo natural, el Lobo, se alimentan de cualquier materia vegetal o animal que encuentran. El bosque mediterráneo es un biotipo también muy rico en reptiles y anfibios. Una de las especies más características es la Víbora Hocicuda (Vipera Latasti), de costumbres muy tímidas, escondiéndose entre el denso matorral tan pronto intuyen algún peligro. Otras culebras de este biotipo son la de Herradura (Coluber Hippocrepis), la de Escalera (Elaphe Scalaris), la Cogulla (Macroprotodon Cucullatus) y la Bastarda (Malpolon Monspessulanus). Entre los saurios hay que mencionar a la Culebrilla Ciega (Blanus Cinereus), la Lagartija Ibérica (Podarcis Hispanica), el Lagarto Ocelado (Lacerta Lepida), la Lagartija Colilarga (Psammodromus Algirus) y el Eslizón Ibérico (Chalcides Begriagai), endémico de la Península Ibérica.
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Principalmente de encinas y alcornoques, aunque también de robles, son primitivos bosques transformados por el hombre, que los aclaró de árboles y eliminó el matorral. Entre los vertebrados silvestres que habitan las dehesas, hay que mencionar en primer lugar los Rabilargos (Cyanopica Cyanea), que en bulliciosos bandos vuelan de árbol en árbol. Otras aves características es el Elanio Azul (Elanus Caeruleus), el Alcaudón Real (Lanius Excubitor), la Abubilla (Upupa Epops), el Abejaruco (Merops Apiaster), la Tórtola Común (Streptopelia Turtur), la Carraca (Coracias Garrulus), el Cuco (Cuculus Canorus), etc. El mamífero más característico de las dehesas es la Gineta (Genetta Genetta), de costumbres nocturnas, recorre los troncos y piedras en busca y captura de ratones. Otro mamífero muy familiar es el Lirón Careto (Elyomis Quercinus), bello roedor arborícola que constituye una sabrosa pero difícil presa para la gineta. Otros como el Ericzo Común (Erinaceus Europaeus), la Musaraña (Suncus Atruscus) y topillos esperan la caida del sol para salir a alimentarse. Entre los reptiles, cuyos representantes europeos más gigantescos habitan nuestros encinares, hay que mencionar la Culebra Bastarda (Malpolon Monspessulanus), que puede rebasar los dos metros de longitud, la Culebra Collar (Natrix Natrix). De la anfibios destaca el Sapo Escuerzo (Bufo Bufo), que llega a vivir más de 30 años y alcanza hasta medio kilo de peso. Muy abundantes también son los Sapos Corredores (Bufo Calamita) y los Sapos de Espuelas (Pelobates Cultripes).
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Principalmente el río Eljas y la rivera Trevejana, donde no sería difícil descubrir alguna Salamandra (Salamandra Salamandra) o Tritón Ibérico (Tritutus Boscai) buscando algún gusanillo. Arroyo abajo, el Mirlo Acuático (Cinclus Cinclus) esconde su nido de musgo en alguna grieta junto al agua. El Martín Pescador (Alcedo Athis) acecha las profundidades dispuesto a zambullirse tras renacuajos y pececillos. Rápidas Truchas (Salmo Trutta) salpicadas de rojo y azul, permanecen contra la corriente a la sombra de alguna piedra. Cuando el curso de los arroyos comienza a hacerse más tranquilo pueden verse también abundantes Galápagos (Mauremys Caspica y Clemmis Orbicularis) tomando el sol sobre algún tronco o alguna piedra de las orillas. Los peces son extraordináriamente abundantes en estros tramos de los ríos, destacando el Barbo de Montaña (Barbus Bocagei), que remonta las corrientes durante la primavera para efectuar la puesta en las orillas más limpias y oxigenadas. Estos son también los dominios de la Nutria (Lutra Lutra), difícil de ver por sus costumbres recatadas, mientras que el ágil Turón recorre las espesuras de la orilla a la caza de anfibios, a los que es tan aficionado. Además de las fuentes, arroyos y ríos, en Cilleros son frecuentes las pequeñas charcas aisladas en medio de llanuras y dehesas, todas ellas tienen un gran valor ecológico por constituir frecuentemente el único refugio para gran cantidad de especies ligadas al medio acuático. La algaravía de las Ranas Verdes (Rana Ridibunda), las Ranitas de San Antonio (Hyla Arborea) y las Ranitas Meridionales (Hyla Meridionalis) ensordece el ambiente. También hermosas Libélulas y Caballitos del Diablo abundan en las charcas, donde desarrollan sus larvas. En las charcas más grandes abundan las Tencas (Tinca Tinca), tan apreciadas por los pescadores, ya que bien fritas son insuperables al paladar, siendo una delicia de la gastronomía extremeña.
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Entre los abiertos pajonales se mueven las Alondras (Alauda Arvensis), la Calandria (Melanocopypha Calandra), el Triguero (Milaria Calandria) y la Codorniz (Coturnix Coturnix). Y cuando los primeros rayos de sol naciente aparecen puede verse también al madrugador Aguilucho Cenizo (Circus Pygargus) sobrevolando raterro los llanos en su vuelo acrobático y elegante. Una especie de gran interés ecológico y cinegético es nuestra bella y brava Perdiz Roja (Aleatoris Rufa), cada vez más escasa como consecuencia de la suelta de perdices procedentes de granjas. El mamífero más característico de los llanos es la Liebre (Leptus Capensis Granatensis), animal de gran belleza y estilizadas formas que, ante la escasez de conejos, sirve como presa a muchos predadores.
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Durante siglos de convivencia, especies como las Cigueñas Blancas (Ciconia Ciconia), las Golondrinas, los Cernícalos Primillas o las Lechuzas Comunes se han ido adaptando a la presencia del hombre, perdiendo buena parte de su temor y expandiéndose incluso a su amparo, siendo ahora huéspedes obligados de edificios. El ejemplo más llamativo de antropofilia es el de la coigueña blanca, cuya silueta pone un toque tradicional sobre los tejados de la Iglesia Parroquial y la Ermita de San José, y decoran la torre de la Plaza de San Blas.
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