Los romanos entran en la Península Ibérica hacia el año 218 a.C., este hecho supone uno de los acontecimientos más transcendentes de la historia antigua: nuestras ciudades, nuestro pensamiento, nuestra lengua y nuestras leyes son en gran medida romanas.
Cuando llegaron a Sierra de Gata se encontraron con una población dedicada fundamentalmente al pastoreo, pero no les resultó fácil conquistar estas tierras. Los Vettones y sus vecinos los Lusitanos se unieron para impedir el dominio romano. En sus ataques, este pueblo fue el primero en practicar lo que luego se denominaría como la guerra de guerrillas. Viriato fue en esta época un líder con gran capacidad militar y de mando que realizó verdaderos golpes de mano poniendo en entredicho al todopoderoso ejército romano, derrotando en el año 140 a.C. al cónsul Fabio Máximo Serviliano, y obligándole a firmar un tratado de paz en el que se le reconocía como amicus populi romani. El nuevo cónsul Servilio Cepión no aceptó el tratado y hostigó a los Lusitanos y a sus aliados Vettones, fortificando la via de penetración con una serie de campamentos entre otros Castra Servilia al sur de la actual ciudad de Cáceres, confiriendo a la Vía de la Plata una configuración eminéntemente militar. Viriato entabla negociaciones y es asesinado por sus emisarios, sobornados por el cónsul romano. Desaparecido el aglutinante que les daba cohesión, los Lusitanos acabaron sometiendose.
Sin embargo, la definitiva pacificación de las tierras lusitanas no se produjo hasta entrado el siglo primero antes de nuestra era, con ocasión de las guerras sertorianas. Para someter al proscrito Sertorio, que había establecido su base de operaciones en la Lusitania, el dictador romano Sila envía a la Península a Quinto Cecilio Metello. Éste creó un conjunto de plazas fuertes para dar cobertura a su avance, constituyendo un efectivo limes entre los territorios más romanizados al sur del río Anas y los menos romanizados al norte. Estos enclaves estratégicos los distribuyó Metello en dos ejes: uno horizontal, sobre la base del río Anas, con Metellinumcomo guarnición militar de primer orden, y otro, de sur a norte, con campamentos avanzados como el de Castra Caecilia, al norte de la actual Cáceres, en la vía militar que iba desde Medellín hasta la sierra de Gredos. A la muerte de Sila y para reforzar las acciones de Metello, el Senado romano envió a la Península a Pompeyo. Poco después de su llegada y tras la muerte de Sertorio en el año 72 antes de Cristo, las tierras lusitanas quedaban definitivamente incorporadas al dominio romano y parte de la región de los Vettones, incluida la Sierra de Gata se integran a la nueva región romana denominada Lusitania, en el año 27 a.c.
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La romanización de Extremadura se aceleró pocos años antes del inicio de nuestra era coincidiendo con el sometimiento de toda la península a Roma. En el año 25 antes de Cristo se funda la colonia de Emérita Augusta para asentar en ella a los soldados licenciados de dos legiones que habían luchado contra astures y cántabros. Sobre esta fechas la Hispania ulterior fue dividida en dos provincias, Baetica y Lusitania. Emérita era la capital de esta última que englobaba los territorios extremeños al norte de Emérita y Metellinum, quedando los del sur como parte de la Bética. Emérita llegó a convertirse con el tiempo en la ciudad romana más importante de la península siendo la sede del gobierno de toda Hispania en la época del emperador Diocleciano. Toda la Lusitania y en particular el valle del río Anas se puebla de multitud de villas romanas, en una verdadera explosión colonizadora agrícola y ganadera. La fundación de Mérida había concluido la política de enclaves militares que los romanos venían estableciendo en la zona con el fin de controlar el paso de la vía de la Plata. La nueva colonia, que heredó el papel que antes había ejercido Metellinum, se alzaba como epicentro de la romanización del interior de la Península, al que le unían viejos caminos naturales que los romanos convertirían en firmes calzadas que intercomunicaban las diversas poblaciones y cruzaban los ríos por sólidos puentes. Emérita se configuraba así como un importante nudo de comunicaciones, en una encrucijada de caminos de este a oeste y de sur a norte, en el occidente peninsular. La otra colonia lusitana, Metellinum, fundada hacia el año 79 antes de Cristo inició un rápido eclipse a raíz de la fundación de Emérita. Se creó una importante red de comunicaciones, construyendose calzadas como la Via Dalmacia, que atravesó Sierra de Gata, uniendo Coria (Caurium), con Miróbriga (Ciudad Rodrigo), desde Coria entra en la comarca de Sierra de Gata por el término de Cilleros después de salvar el paso de la Sierra de Garrapata y Valdecaballo, continúa por el término de Moraleja pasando por la dehesa de Malladas y los regadíos de Vegaviana, vuelve a encontrarse por los encinares de Perales del Puerto, pasa por esa localidad y se dirige hacia lo alto de la Sierra por el Puerto de Perales. Este sistema viario facilitó el desarrollo del comercio, basado en el uso de la moneda.
La vida era principalmente rural, aunque existieron villas como las de Villalba y Nava del Rey, en Villamiel, que fueron importantes núcleos de población, así como la de Interannia, que según parece, se hallaba en Salvaleón, también surgen nuevas y pequeñas villas que fueron el origen de algunos de los pueblos actuales: Cattobriga (Gata), Celliarium (Cilleros), Ergastulum (Eljas).
Cilleros, como núcleo de población, tiene sus orígenes en la época romana y aparece en el itinerario de Antonino. Celliarium o Cilurio surgió, bien para reunir a los poblados Vettones dispersos de la zona N.O. de la Sierra de Gata, o bien para granero en el que los pueblos serranos entregaban sus cosechas para, posteriormente y a través del camino que lo unía por Hoyos o por Perales con la vía Dalmacia (bifurcación de la Ruta de la Plata que pasaba por Coria, Hoyos y el Puerto de Perales para luego internarse por tierras de Salamanca) llegar a los centros de consumo. Los únicos restos romanos hallados en Cilleros se encuentran en la Dehesa y son trozos de tégulas y de cerámica muy fragmentados, pertenecientes a una posible villa, centro agrícola de la época romana, y que se encargó de la explotación cerealística (Citieros) de esta zona del término.
Una vez concluida la invasión el proceso de romanización fue largo, adquiriéndose los usos y costumbres del invasor, así como su idioma "el latín". La economía pasa de ser pastoril a agraria, practicándose el cultivo de la vid y del olivo. Es posible que los vinos de la Sierra de Gata, en particular los de Cilleros, Robledillo de Gata y Villamiel procedan de esta época, ya que en éste último existe una inscripción dedicada al dios Baco. Pero los romanos también explotaron el recurso minero de la zona, extrayendo oro y otros minerales en Valverde del Fresno, Hernán Pérez y Perales del Puerto, utilizando siervos de Ergastulum (Eljas).
Los Dioses y ritos romanos se impusieron en la religión indigena, como lo demuestran las aras votivas encontradas en muchos pueblos de la Sierra de Gata, casos del Altar dedicado a Júpiter en Robledillo de Gata o la Columna Funeraria en Torre de Don Miguel. Aunque otras inscripciones, atestiguan la pervivencia, junto con los dioses romanos, de viejos dioses indígenas, relacionados con rios y montes como el Altar dedicado al dios Salamati (Jálama) en Villamiel. Finalmente se impuso el cristianismo, creándose las diócesis de Coria y Ciudad Rodrigo, en los años 314-33.
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